En los últimos años, se han puesto los feminismos poscoloniales y decoloniales en contra unos de otros. En este artículo, argumento a favor de tratarlos como emparentados, yuxtaponiendo algunas de las ideas que he hallado en los escritos de Gayatri Spivak y Silvia Rivera Cusicanqui. Ninguna de ellas se presenta como feminista poscolonial o decolonial, aunque sus obras son citadas con frecuencia en referencia a estos campos. Ambas se enfrentan al espinoso tema de la representación de la subalternidad y la indigeneidad, no solo en la academia eurocéntrica, sino también entre académicos migrantes y diaspóricos y en las elites nacionales. Afirmo que son sus críticas persistentes a la representación lo que permite promover un diálogo entre la academia feminista poscolonial y decolonial.
Esos diálogos conllevan la necesidad de pasar por encima de limitaciones lingüísticas, históricas, geográficas, políticas y teóricas para entablar alianzas anticoloniales […]
En este trabajo me propongo analizar ciertas derivas de la categoría de género, nodal al proyecto feminista ilustrado, con el fin de señalar algunos de los actuales desafíos que se le plantean. Para ello, me centraré en la lectura que Judith Butler hace de Simone de Beauvoir, referente indiscutible de esta corriente, para pasar luego a la crítica que se le ha hecho a la perspectiva de la performatividad genérica, entendiendo que la cuestión de «cómo se deviene mujer» perfila el meollo de esta polémica. En este contexto, me detendré en el debate en torno del constructivismo radical que parecería tener origen en el postestructuralismo, intentando revisar el carácter también constructivista que podría observar la noción de género derivada de las apreciaciones de Beauvoir, atendiendo a la tensión que esta tradición plantea frente a la de diferencia sexual […]
Quiero reflexionar en torno a la posibilidad de articular nuevos giros, reapropiaciones y reclamos en los que la experiencia, las diferencias y los modos de despliegue del reconocimiento y las localizaciones múltiples se vuelvan capaces de proponer preguntas y posturas críticas que interroguen las posibilidades de impulsar la noción de un nosotras que contenga la capacidad de desplegar al mismo tiempo ficciones y gestos políticos que remuevan las certezas que clausuran la identidad. Es urgente pensar en nuestras formas de nombrarnos, pero también en los silencios, omisiones y potencias que surgen desde ellas. ¿Qué se juega cuando comenzamos a conjurar nuestros nombres de otro modo y a partir de estas nuevas formas de nombrarnos interrogamos a la historia? ¿Qué es lo que puede un nombre? ¿Qué sentido tiene decirse historiadora feminista? […]